Esa pretensión de verdad, esa adjudicación del Espíritu Santo, esa soberbia de que yo tengo la razón aunque el Papa, los obispos y la Iglesia entera vea que no es así, esa cerrazón perseverante… es un pecado contra el Espíritu Santo.
Esa pretensión de verdad, esa adjudicación del Espíritu Santo, esa soberbia de que yo tengo la razón aunque el Papa, los obispos y la Iglesia entera vea que no es así, esa cerrazón perseverante… es un pecado contra el Espíritu Santo.