Rito para el Inicio del Ministerio Petrino del Obispo de Roma León XIV
Publicado por la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice
Plaza de San Pedro, 18 de mayo de 2025
Celebración Eucarística para el Inicio del Ministerio del Obispo de Roma
La celebración eucarística, con la cual el Papa elegido comienza oficialmente su ministerio, subraya especialmente la dimensión «petrina» del Pastor de la Iglesia católica. Por ello, se destaca el valor específico que asumen las insignias episcopales habituales: el Palio y el Anillo. Además de su referencia a Cristo y a la Iglesia, en el caso del Sucesor de Pedro evocan la misión que le fue confiada por el Señor resucitado (cf. Jn 21, 15-17).
El vínculo con el apóstol Pedro y su martirio, que fecundó la naciente Iglesia de Roma, se recalca también en los lugares donde se celebran los ritos, en primer lugar la Confesión de San Pedro en la Basílica Vaticana.
En la solemne liturgia eucarística, en la que se imponen las dos insignias episcopales «petrinas», los textos y los signos remiten explícitamente a Cristo, piedra angular de la Iglesia (cf. Ef 2, 20), y a Pedro, a quien Él llamó a ser su «fundamento de piedra», la roca sobre la cual Cristo el Señor edifica su Iglesia (cf. Mt 16, 18).
El rito se desarrolla en la Basílica de San Pedro y en la plaza adyacente. La detención en la Confesión Apostólica subraya el estrecho vínculo del Obispo de Roma con el apóstol Pedro y su martirio, congregando al pueblo de Dios, en un día tan solemne, en el mismo lugar donde él confesó su fe con la sangre, junto con tantos otros cristianos que dieron el mismo testimonio.
Desde el balcón central de la Basílica Vaticana cuelga el tapiz de la pesca milagrosa (cf. Jn 21, 1-8), donde se representa el diálogo de Jesús con Pedro, al cual hace referencia explícita el rito, tanto en la liturgia de la Palabra como en los textos eucológicos. Se trata de la reproducción de un tapiz de manufactura flamenca, realizado para la Capilla Sixtina según un cartón de Rafael Sanzio, y conservado en los Museos Vaticanos.
Junto al altar se coloca la imagen de la Virgen del Buen Consejo, del santuario mariano de Genazzano.
Ritos de Introducción
El nuevo Pontífice Romano desciende, junto con los Patriarcas de las Iglesias Orientales, al sepulcro de San Pedro y se detiene en oración. Luego, inciensa el Trofeo Apostólico. Mientras tanto, dos diáconos toman el Palio pastoral, el Anillo del Pescador y el Libro de los Evangelios y los llevan en procesión para depositarlos sobre el altar de la celebración.
La procesión inicial, tras la parada en la Confesión de San Pedro, se dirige hacia el altar, mientras se cantan las Laudes Regiæ, con la invocación a los santos Pontífices, mártires y santos de la Iglesia Romana. Sigue el rito de bendición y aspersión con agua bendita (por ser domingo de Pascua), el canto del Gloria y la oración colecta, que, recordando el designio del Padre de edificar su Iglesia sobre Pedro e inspirándose en Lumen gentium, pide que el Obispo, constituido Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, muestre al pueblo cristiano a Pedro como «principio visible y fundamento de la unidad en la fe y la comunión» de la Iglesia (cf. LG 18, 23; Pastor Aeternus, I).
Liturgia de la Palabra
Durante el tiempo pascual, se propone la lectura de Hechos de los Apóstoles 4, 8-12, donde Pedro proclama que Cristo es «la piedra rechazada por los constructores». El salmo responsorial (Sal 117 [118]) retoma el mismo tema: «La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular».
La vocación de Pedro como fundamento de la Iglesia (cf. Mt 16, 18) se arraiga en la roca que es el Señor (cf. Dt 32, 4; Sal 117 [118], 22-23) y en la piedra escogida y preciosa, que es Cristo (cf. Is 28, 16; Rm 9, 33; 10, 11).
La segunda lectura (1 Pe 5, 1-5. 10-11) refuerza el vínculo entre Pedro, la Iglesia de Roma y el ministerio de su Sucesor. Se aplica también al Papa la exhortación de Pedro como «anciano» a los «ancianos» de pastorear el rebaño de Dios, siendo ejemplo para los fieles y esperando al Pastor supremo que otorgará la corona de gloria.
El canto al Evangelio (Jn 21, 3. 6) introduce la proclamación de Juan 21, 15-19, texto que, junto con Mt 16, 13-19 y Lc 22, 31-34, constituye uno de los fundamentos bíblicos del encargo especial dado a Pedro. Jesús, con tres preguntas y tres respuestas, repara la triple negación y le encomienda la misión de pastorear a sus ovejas.
Imposición del Palio y entrega del Anillo
Después de la proclamación del Evangelio (en latín y griego), se acercan al Santo Padre tres cardenales de los tres órdenes (diáconos, presbíteros y obispos) y de distintos continentes para imponerle el Palio y entregarle el Anillo del Pescador.
El Palio, insignia antigua hecha de lana de corderos, representa al Buen Pastor (cf. Jn 10, 11) que carga sobre sus hombros a la oveja perdida. Su forma actual es una estrecha banda de lana blanca con seis cruces negras, que cae en forma de «Y» sobre el pecho y la espalda, adornada con tres alfileres que simbolizan los clavos de Cristo.
Un cardenal del orden de los diáconos impone el Palio con una fórmula que recuerda a Cristo, el «gran Pastor de las ovejas» (cf. Hb 13, 20), y la misión confiada a Pedro, a quien el Papa sucede en la Iglesia de Roma, junto con el apóstol Pablo.
Luego, un cardenal del orden de los presbíteros invoca la bendición de Dios y el don del Espíritu Santo sobre el nuevo Pontífice.
El Anillo del Pescador, signo episcopal desde el primer milenio, se entrega como anillo-sello de autenticidad de la fe, vinculado a la misión de Pedro de confirmar a sus hermanos (cf. Lc 22, 32). Se llama así porque Pedro, el pescador, obedeció a la palabra de Cristo (cf. Lc 5, 5) y participó en la pesca milagrosa (cf. Jn 21, 3-14).
Lo entrega un cardenal del orden de los obispos, invocando a Cristo, Pastor y Obispo de nuestras almas (cf. 1 Pe 2, 25), para que confiera al nuevo Pontífice el Anillo del Pescador.
Tras ello, el Santo Padre bendice a la asamblea con el Libro de los Evangelios, mientras se aclama en griego: «¡Ad multos annos!».
Sigue el rito simbólico de la obediencia rendida por doce representantes de los distintos estados del pueblo de Dios provenientes de todo el mundo. Después, el Papa pronuncia su homilía y profesa la fe.
Liturgia Eucarística
La oración sobre las ofrendas pide que, mediante el ministerio misionero de la Iglesia, los frutos de la redención se extiendan al mundo entero.
El prefacio, propio de la fiesta de la Cátedra de San Pedro, recuerda los aspectos esenciales de su ministerio, seguido del Canon Romano, la oración eucarística tradicional de la Iglesia de Roma.
En la oración después de la comunión, el Papa pide a Dios confirmar a la Iglesia en la unidad y la caridad, y ser salvado y protegido junto con el rebaño que le ha sido confiado.
Ritos de Conclusión
La bendición final retoma la imagen bíblica de la vid y la viña, aplicada a la Iglesia (cf. LG 6), invocando al Señor para que «mire» y «proteja» la cepa que Él mismo ha plantado (cf. Sal 79 [80], 15-16) y para que haga resplandecer su rostro de salvación sobre todos.
Fuente oficial: Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice