La Ventana de Overton aplicada al diaconado femenino católico
Entre el Chat GPT y el Sínodo de la Sinodalidad
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¿Qué es la Ventana de Overton?
La Ventana de Overton es un concepto teórico en ciencia política que describe el rango de ideas que se consideran aceptables o políticamente viables en un momento determinado dentro de la opinión pública.
La teoría, nombrada por Joseph P. Overton, sugiere que hay una “ventana” de ideas que son consideradas políticamente aceptables en un momento específico. Las ideas dentro de esta ventana pueden ser discutidas públicamente sin que se consideren extremas o inaceptables.
Según esta teoría, los cambios en la opinión pública pueden ocurrir de la siguiente manera:
Una idea inicialmente considerada radical puede moverse gradualmente hacia el centro y volverse más aceptable con el tiempo.
Los políticos y activistas pueden trabajar para expandir los límites de esta “ventana” introduciendo ideas que inicialmente parecen extremas.
A medida que ciertas ideas se normalizan, lo que antes era considerado marginal puede convertirse en un punto de vista mainstream.
Por ejemplo, algunas ideas que en el pasado eran consideradas extremas (como los derechos civiles o el sufragio universal) con el tiempo se han convertido en principios ampliamente aceptados en muchas sociedades.
La Ventana de Overton es una herramienta conceptual que ayuda a entender cómo las ideas políticas y sociales pueden evolucionar y ganar aceptación a lo largo del tiempo.
¿Cómo se puede aplicar la Ventana de Overton al diaconado femenino en la Iglesia?
Responde Chat GPT:
Un ejemplo de la ventana de Overton aplicado al tema del diaconado femenino en la Iglesia católica podría seguir este proceso gradual:
1. Idea impensable: Al principio, la idea de que las mujeres pudieran ser ordenadas diáconos en la Iglesia católica es completamente inaceptable. La doctrina y la tradición de la Iglesia sostienen que el diaconado está reservado solo a los hombres, siguiendo el ejemplo de Jesús y los apóstoles.
2. Ideas marginales: Algunos teólogos y activistas católicos comienzan a plantear la posibilidad de que las mujeres pudieran desempeñar funciones diaconales en la Iglesia, aunque sin la ordenación sacramental. Se empieza a hablar de la importancia del papel de las mujeres en la Iglesia, pero el diaconado aún no se menciona explícitamente.
3. Idea aceptable: Se organiza un debate teológico serio en los medios católicos, seminarios y conferencias, donde se exploran las razones históricas y culturales que han limitado la presencia de mujeres en el diaconado, sugiriendo que no existe una razón doctrinal inflexible que lo prohíba. Aquí, algunas voces comienzan a aceptar la posibilidad de que las mujeres puedan ser diáconos, pero sin llegar a ser sacerdotes.
4. Idea sensata: Líderes de la Iglesia, incluso algunos obispos o cardenales, reconocen la importancia de revisar el tema en el contexto de la participación activa de las mujeres en la vida de la Iglesia. Comienzan a discutir formalmente la apertura al diaconado femenino, sugiriendo que podría ser una forma de reconocer mejor el papel de la mujer en la Iglesia sin cambiar la enseñanza sobre el sacerdocio.
5. Política pública: Un Papa o un concilio eclesiástico establece un comité para estudiar la viabilidad y las implicaciones del diaconado femenino. Se publican estudios, y en algunas diócesis experimentales, las mujeres comienzan a recibir diaconado en funciones no sacramentales. La opinión general dentro de la Iglesia cambia y la ordenación femenina se convierte en una cuestión de “tiempo”.
6. Idea popular: Finalmente, se acepta ampliamente que el diaconado femenino es una opción viable y enriquecedora para la Iglesia, y es implementado de manera oficial. La sociedad católica, que antes veía con resistencia esta propuesta, ahora la acepta como parte de la evolución natural de la Iglesia.
Este proceso gradual refleja cómo, a través del tiempo, una idea inicialmente impensable como el diaconado femenino, podría ser aceptada y finalmente implementada en la Iglesia católica, siguiendo el patrón de la ventana de Overton.
¿Qué dijo el Sínodo de la Sinodalidad 2024?
Uno de los números más polémicos del Documento Final del Sínodo fue el n. 60 que trata sobre los “Carismas, Vocaciones y Ministerios para la Misión”. En la votación final recibió 97 votos en contra, precisamente es el número con más votos contrarios, tal vez porque asegura que “la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal sigue abierta”.
El famoso número 60
«En virtud del Bautismo, hombres y mujeres gozan de igual dignidad en el Pueblo de Dios. Sin embargo, las mujeres siguen encontrando obstáculos para obtener un reconocimiento más pleno de sus carismas, de su vocación y de su lugar en los diversos ámbitos de la vida de la Iglesia, en detrimento del servicio a la misión común. La Escritura atestigua la función destacada de muchas mujeres en la historia de la salvación. A una mujer, María Magdalena, se le confió el primer anuncio de la Resurrección; el día de Pentecostés, en el Cenáculo, estaba presente María, la Madre de Dios, junto a muchas mujeres que habían seguido al Señor. Es importante que los pasajes pertinentes de la Escritura encuentren un espacio apropiado en los leccionarios litúrgicos. Algunas coyunturas cruciales en la historia de la Iglesia confirman la contribución esencial de las mujeres movidas por el Espíritu.
Las mujeres constituyen la mayoría de los fieles y a menudo son los primeros testigos de la fe en las familias. Participan activamente en la vida de pequeñas comunidades cristianas y parroquias; dirigen escuelas, hospitales y centros de acogida; lideran iniciativas en favor de la reconciliación y la promoción de la dignidad humana y la justicia social.
Las mujeres contribuyen a la investigación teológica y están presentes en puestos de responsabilidad en instituciones vinculadas a la Iglesia, la Curia diocesana y la Curia Romana. Hay mujeres que ejercen funciones de autoridad o son líderes de comunidades.
Esta Asamblea hace un llamamiento a la plena aplicación de todas las oportunidades ya previstas en la legislación vigente en relación con la función de la mujer, en particular en los lugares donde aún no se han implementado. No hay nada que impida que las mujeres desempeñen funciones de liderazgo en la Iglesia: lo que viene del Espíritu Santo no puede detenerse.
También sigue abierta la cuestión del acceso de las mujeres al ministerio diaconal y es necesario proseguir con el discernimiento a este respecto.
La Asamblea pide también que se preste más atención al lenguaje y a las imágenes utilizadas en la predicación, la enseñanza, la catequesis y la redacción de los documentos oficiales de la Iglesia, dando más espacio a la contribución de mujeres santas, teólogas y místicas».
Veremos qué sucede en el futuro sobre este tema.