Jonathan Roumie: «Recibir la Eucaristía, ir a misa diaria, a mí me ha cambiado la vida»

Discurso de Jonathan Roumie, actor de la serie de televisión The Chosen, en el Congreso Eucarístico Nacional de Estados Unidos el 20 de julio de 2024, desde el Lucas Oil Stadium de Indianápolis.

«¡Guau! ¡Ay Dios mío! ¡ay Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Lo lograron! ¡Están aquí! Y más que eso, Él está aquí, gloria a Dios, Jesús está aquí.

Sabía hace aproximadamente un año que estaría aquí, pero hasta las 2:00 de la mañana no estaba seguro exactamente de cuándo, porque todavía estaba en Texas filmando la quinta Temporada de «The Chosen». Todo lo que he visto, fotos y videos que me han enviado en los últimos días, ¡hombre! ¡Qué experiencia han tenido ustedes! Jesús simplemente está presente en el edificio, no va a ninguna parte, y se asegura de que todos recordemos ese hecho. Ojalá hubiera podido estar aquí con ustedes, pero como dije lo gracioso es que estaba filmando, lo que es aún… lo que es aún más gracioso es el tiempo de Dios en todo. Como dije, fue probablemente hace casi un año que me comprometí a estar aquí. Sabía que podría ser un poco arriesgado con mi horario de grabación, pero pensé que Dios sabe lo que hace. Pero lo que no sabía es que estaría aquí al día siguiente de pasar una semana filmando la «Última Cena», y cuando les digo que se siente un poco de presión filmar esas escenas, probablemente las escenas más icónicas de la vida y el ministerio de Jesús, porque la institución de la Eucaristía es básicamente lo que se entregó a nosotros para la eternidad.

Así que no hace falta decir que mi estómago no estaba muy bien la semana que empezamos, pero yo tenía fe y, lo que es más importante, tenía conmigo a mi director espiritual, el padre Ian, voló a Texas para estar conmigo y asegurarse de que tuviera toda la base espiritual que necesitaba para entrar en estas escenas correctamente, con un corazón recto y con una postura santa. Porque al final del día no importa lo que haga por el resto de mi vida, interpretar a Jesucristo trascenderá cualquier cosa y todo lo que yo haga, es el mayor honor no sólo de mi carrera sino definitivamente de mi vida.

Sólo puedo agradecer a Dios por la oportunidad de servirle usando los dones que me dio para impactar al resto del mundo y a la cultura, así que gloria a Dios. ¡Gracias, Señor, por eso!

Estoy sentado allí, probablemente sea el segundo día, el primer día fue como medio día de filmación. Para mí, en el segundo día comenzó el trabajo duro, el trabajo pesado y estaba sentado allí en la silla de peluquería y maquillaje, y antes de darme cuenta sentí este peso comprimiendo mi pecho y comencé a sentir este dolor que atravesaba mi mandíbula hasta mis oídos sin ningún aviso previo de por qué o qué estaba pasando y empecé a pensar algo como: «¡Hombre!, Satanás está en ello de nuevo intentando desanimarme, intentando, intentando meterse en mi cabeza y hacerme pensar en mi humanidad versus la Divinidad de Nuestro Señor». Y centrándonos en él cada vez que ponemos los ojos en nosotros mismos es cuando perdemos de vista todo, así que cuando mantenemos nuestros ojos enfocados en Jesús es cuando las cosas se aclaran.

Comencé a orar y también supe, como dije, que tenía un aliado conmigo en la habitación de arriba y él estaba rezando un rosario por mí en el momento que yo estaba pasando por eso. Unos 15 minutos después se calmó, fui arriba y él dijo: «oh, acabo de terminar de rezar un Rosario por tí». Dije: «Ok, bueno, otra razón para rezar el rosario», como si necesitara otra.

Me di cuenta de qué era lo que tal vez me estresaba o me daba ansiedad de estas escenas, del peso de representar una de las escenas más importantes, ciertamente, la escena más importante en nuestra fe. Bueno, dejaré que el obispo Barron discuta cuál podría haber sido teológicamente la escena más importante: la Eucaristía o la Resurrección no sé, me mantendré al margen, no soy teólogo, no lo soy… No soy el verdadero Jesús. Tengo que recordarle a la gente que no soy el verdadero Jesús. No sé la respuesta. Sólo estoy actuando como Jesús en la serie de TV. Para para los 60.000 de ustedes está claro que no soy el verdadero Jesús. Jesús de la TV, Jesús de verdad. Jesús de la TV, Jesús de verdad.

Creo que la razón por la que se volvió tan estresante para mí, hasta el punto que se manifestó esta ansiedad, fue porque yo era Católico.

Entiendo el peso entiendo la realidad de lo que creemos y lo que representa esa Hostia; lo que son ese pan y ese vino una vez que el Espíritu Santo desciende y los cambia, lo que eso realmente significa para nosotros y quién es eso ahora que estamos a punto de recibir.

Saber que cada gota de sangre, sudor y lágrimas… —y hubo muchas lágrimas en estas escenas por muchas, muchas razones— pero la principal de ellas es que pudimos llegar a experimentar, mirar lo que recibimos en nuestras vidas cada día, al menos cada domingo (esperemos que más que cada domingo).

Recibir la Eucaristía, ir a misa diaria, a mí me ha cambiado la vida. La Eucaristía para mí es curación, la Eucaristía para mí es paz, la Eucaristía para mí es mi fundamento, la Eucaristía para mí es su corazón dentro de mí.

Por eso pensé que podría ser interesante leer un pasaje de las Escrituras que se integra muy claramente en la Última Cena y que, debido a la línea de tiempo en la que nos encontramos en la serie, es poco probable que filmemos, pero espero que pueda darte una idea de cómo podría haber sido el momento cuando Jesús mismo dijo estas palabras, si se me permite.


Lectura del Evangelio de Juan.

En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.

Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo. Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede este hombre darnos a comer su carne?». Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.

Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, así también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma esta carne este pan vivirá para siempre». Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.

Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje, ¿Quién puede escucharlo?» Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?… «El espíritu es el que da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen». Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.

Y decía: «Por esto os he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre» Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás (a su vida anterior) y ya no andaban con él. Jesús dijo entonces a los Doce: «¿También ustedes quieres marcharse?». Le respondió Simón Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios». Palabra del Señor. Gloria a tí Señor Jesús.


Gracias por permitirme ese momento tan íntimo con las Escrituras que personalmente llevo tanto tiempo deseando ver, y puede que eso sea lo más cerca que llegue nunca, así que es un gran honor para mí que me hayan permitido hacerlo. Gracias. Creo que he excedido mucho mi tiempo, así que quiero agradecerles, quiero animarlos, quiero bendecirlos en el Nombre del Señor Jesucristo para que este tiempo aquí, este tiempo que les queda, sea uno de los más fructíferos, uno de los más desafiantes, uno de los más espiritualmente edificantes y satisfactorios en tu vida. Ha sido un honor estar aquí. Que Dios los bendiga, ¡gracias!».

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