Aquí les dejo 5 consejos que les pueden ayudar para la catequesis, la pastoral juvenil, etc. Para todo encuentro en el que podamos compartir nuestra fe a los demás.
5 tips indispensables para todo catequista
Para muchos la catequesis resulta una verdadera prueba de conocimientos. “Sí, soy catequista, pero no conozco mucho sobre la fe católica, me he preparado un poco, pero hay mucho que descubrir aún…”.
Si esta es tu situación, te servirá mucho el siguiente artículo. Es necesario prepararnos muy bien para la catequesis porque compartir la fe con los demás no se puede improvisar. De esta forma nuestras palabras se convierten en verdadero deseo de conocer al Señor, y ¡qué grande sería esto!
Aquí les dejo 5 consejos que les pueden ayudar para la catequesis, la pastoral juvenil, etc. Para todo encuentro en el que podamos compartir nuestra fe a los demás.
1. Conocer el catecismo de la iglesia católica (edición original)
Cuando el papa Juan Pablo II aprobó el Catecismo de la Iglesia Católica en el año 1992, dió como encargo a los obispos el utilizarlo como “carta magna” para elaborar catecismos locales, nacionales o diocesanos, de tal forma que se de a conocer la fe de acuerdo a los múltiples contextos eclesiales y culturales de cada región (Ref. Juan Pablo II “Presentación oficial y solemne del catecismo de la iglesia católica”, 7 de diciembre de 1992).
Por esta razón, cada diocésis posee sus propias ediciones del catecismo que pueden variar en color, diseño, formato, etc. aunque jamás en contenido. A pesar de poseer estas guías locales de catequesis, nosotros tenemos el deber de conocer el texto base que, aunque es un poco largo, posee toda la riqueza catequética explicada en profundidad. Leer frecuentemente algunos pasajes del Catecismo, por temas o números, te ayudará (y eso te lo aseguro) a resolver muchas dudas acerca de tu fe católica y a dar razones de tu fe a los demás.
2. Citar las sagradas escrituras
San Jerónimo, quien tradujo la Biblia al latín entre 388 y 405 d.C. decía: “Desconocer las escrituras es desconocer al mismo Cristo”. Ya es sabido, pero cabe resaltar que las Sagradas Escrituras son la base de toda nuestra fe. Allí están las palabras de Cristo, la base de los sacramentos y de la Iglesia, la vida que llevaban los primeros cristianos, los consejos para comunicar la Buena Nueva del Evangelio, etc.
Conocemos a Jesús a través de su Palabra. San Pablo escribe: “Toda Escritura ha sido inspirada por Dios, y es útil para enseñar, para persuadir, para corregir, para educar en la rectitud, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer el bien” (2 Timoteo 3:16). Por eso el catequista (en realidad todo cristiano) debe hacerla parte de su vida, leerla, subrayarla, comentarla con los demás, citarla. Así despertaremos el deseo en nuestros hermanos de conocer la fe católica a través de las Sagradas Escrituras.
3. Leer la catequesis del papa y sus escritos
Esto es muy importante. Hoy en día es fácil sacar de contexto las palabras de cualquier persona en los medios de comunicación, inventar noticias y parafrasear el discurso de cualquier personaje público. De esto ni siquiera se salva el Papa. ¿Creer o no creer lo que dicen los medios? La mayoría de las veces suelen ser simples rumores, cuya visión negativa de la noticia puede confundir incluso a los mismos católicos. Para no caer en la trampa es fundamental ir a la fuente directa de dónde viene el mensaje. ¿Cómo? Leyendo las catequesis, el ángelus y los textos que el Santo Padre publica. Así sabremos guiar de una manera clara a quienes se nos ha confiado para educar en la fe.
Es cierto, pueden ser muchos textos (si sumamos lo que ya leemos por estudios o trabajo), pero vale la pena leerlos. Hoy en día es más fácil con las aplicaciones móviles, los sitios de internet oficiales de la Santa Sede como News.va, Vatican.va, o las mismas agencias de noticias católicas.
4. Utilizar recursos que ayuden (no que distraigan)
Al hablar de este punto suele darnos dolor de cabeza. Con el sólo hecho de pensar “¿cómo hago para hacer más dinámica la catequesis?” y ya nos estresamos. Pero no es tan complicado como parece (además que para eso existe este sitio), simplemente debemos tener dos palabras que nos guíen en la búsqueda de los recursos, son: sencillez y profundidad.
Un recurso sencillo y a la vez profundo puede ser dar la catequesis al aire libre, utilizar una canción católica que vaya de acuerdo al tema, hacer dibujos, organizar dinámicas de grupo… no podemos estresarnos demás por algo tan bonito como dar a conocer la fe. Eso sí, debemos tener presente que el objetivo es usar un recurso como ayuda al tema y no como una distracción, ya que pueda llevar a nuestros hermanos a la dispersión, a salir del recogimiento o a banalizar las cosas sagradas. Por eso es importante escoger buenos recursos que sigan las palabras claves que ya digimos antes y ahora repetimos: sencillez y profundidad.
5. Referir la propia experiencia de Jesucristo
Hay un dicho que recita: “Las palabras convencen, el testimonio arrastra”. Esto es muy cierto. Las palabras, más o menos bonitas y bien adornadas, suelen convencer; pero el testimonio de vida va un poco más allá, nos lleva a confrontarnos con la vida del otro, nos interpela. Ver a un católico comprometido, que ama a Dios sobre todas las cosas, que es coherente con su fe y sus obras, eso es un testimonio vivo de Jesús. Ciertamente a veces no hacen falta palabras para darse cuenta de esto. Además, tenemos una experiencia de Jesús que nos mueve a comunicarlo a nuestros hermanos, podemos hablar de ello, compartirlo. Estoy completamente seguro de que ayudará mucho a los que se te han confiado. Es tu experiencia de Jesús, es un don grandísimo que habla por sí sólo del Señor. Cómo le conociste, cómo le amaste, cómo le correspondes, todo ello puede ayudar a tus hermanos, sin usar palabras altisonantes o rebuscadas, sino dejando que hable tu propio corazón.
Estos 5 tips o consejos te pueden ayudar a la hora de dar a conocer nuestra fe católica a los demás, pero ten siempre presente las palabras de San Pablo a los Corintios:
“Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que suena o platillo que retumba. Y aunque tuviera el donde de hablar de parte de Dios y conociera todos los misterios y toda la ciencia; y aunque mi fe fuera tan grande como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy. Y aunque repartiera todos mis bienes a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve” (1 Corintios 13:1-3).