¿Qué hace que esta experiencia sea tan profunda y traiga consigo tantos frutos espirituales? Aquí les comparto 7 frutos que se recogen al peregrinar a Santiago de Compostela.
7 frutos extraordinarios que se recogen en el Camino de Santiago
Cada año son miles los peregrinos de todo el mundo que caminan hacia la ciudad del Apóstol Santiago en España. Para unos es una experiencia de la naturaleza, para otros será una experiencia de encuentro profundo con el Señor. Mucho se puede hablar del Camino de Santiago, pero solo quien lo ha experimentado sabe lo que significa. Esta experiencia puede cambiar vidas, puede provocar una conversión del corazón. Un amigo mío decía: “ir al Camino de Santiago es arriesgarse a encontrarse con Dios”, y creo que luego de días o semanas caminando este fruto se lo lleva la gran mayoría de los peregrinos. ¿Qué hace que esta experiencia sea tan profunda y traiga consigo tantos frutos espirituales? Aquí les comparto 7 frutos que se recogen al peregrinar a Santiago de Compostela.
1. Alejarte del ajetreo del mundo
El ritmo de la ciudad nos arrutina y encierra en una burbuja que no nos permite ver las pequeñas cosas de la vida. Es necesario hacer pausas en el trabajo y en la vida. Descansar, caminar, pasear, refrescar la mente, porque no estamos diseñados para pasar todo un día encerrados o frente a una computadora. Por ello, el Camino de Santiago, será una excelente oportunidad para desconectarte del ruido, del ritmo acelerado y de los pendientes que a diario te mantienen tenso. Es una experiencia corta (días o semanas) que te ayudará a cambiar tu vida, a verla desde otra perspectiva, a darte cuenta de que se puede cambiar, de que se puede ser diferente. Alejarte, entonces, del ajetreo del mundo te ayudará a encantarte de las cosas pequeñas de cada día que encierran en sí la belleza de simplicidad de Dios.
«Hagan un alto en los caminos y miren, pregunten por las antiguas rutas cuál es el camino del bien, y síganlo, y hallarán descanso para sus almas» (Jeremías 6, 16).
2. Desprenderte de lo innecesario
Comencemos haciendo un examen de conciencia. ¿Cuántas cosas tengo en mi bolso o cartera? ¿Cuántos archivos llevo conmigo en el teléfono o USB? ¿Cuánto espacio he gastado en el disco duro de mi PC? Si te detienes un momento a pensar, de seguro encontrarás que guardas más cosas de las que necesitas. Tenemos tantos archivos, tantas imágenes, música, videos, etc… que no necesitamos pero que nos cuesta dejar. Bueno, si este es tu caso, el Camino de Santiago será una gran oportunidad para desprenderte de todo lo innecesario. ¿Por qué? Porque debes caminar muchos kilómetros al día, sólo con un equipaje que puedas soportar en tu espalda, es decir, sólo con aquello indispensable. Lo demás lo dejas en casa. Cuando yo fui al Camino llevé una mochila mediana con un cambio de ropa, zapatos, la Biblia y algunas cosas más. No necesité otras cosas para el viaje. Ni siquiera cámara de fotos y esas cosas de turistas que a veces nos quitan lo maravilloso de contemplar un paisaje. Si quieres hacer una experiencia profunda de desprendimiento y austeridad tienes que ir al Camino.
«No anden buscando qué comer o qué beber, y no estén inquietos. Por todas esas cosas se afanan las gentes del mundo. Bien sabe su Padre que están necesitados de ellas. Busquen más bien su Reino, y esas cosas se les añadirán» (Lucas 12, 29-31).
3. Contemplar el paisaje: la creación
Este es uno de los frutos que uno más recuerda del Camino. El norte de España es hermoso, lleno de valles, bosques, montañas, arroyos… Un paisaje limpio, aire fresco, animales por doquier. Contemplar el paisaje es contemplar la Creación de Dios. Es maravillarse con aquello que nos dejó en herencia, con nuestra “casa común” como diría el Papa Francisco. La ciudad llena de colores artificiales y concreto no nos ayuda mucho a valorar la naturaleza en todo su esplendor, pero cuando vamos a un Parque nacional o a una reserva natural podemos darnos cuenta de aquello que se esconde detrás de tanto plástico y artificialidad. La naturaleza es nuestra herencia, es nuestro hábitat, una vez que lo descubrimos, que lo contemplamos, no dejaremos de agradecer al Creador por tanta belleza materializada en el mundo. Una experiencia cara a cara con la Creación; sin cámaras, sin flash, sin teléfonos, sólo tú y la Creación. Contemplar significa admirar, permanecer en silencio frente a una realidad más grande, sin palabras, sin acciones, solo mirando, con una mirada desde lo profundo de nuestro ser.Contemplar es dejarse interpelar, es dejarse tocar por la realidad que tengo en frente, que me “afecte” en el buen sentido del término. Si contemplamos la Creación podremos llegar a contemplar al Creador.
«Desde la creación del mundo las perfecciones invisibles de Dios –su eterno poder y su divinidad- se han hecho visibles a la inteligencia a través de las cosas creadas» (Romanos 1, 20).
4. Caminar disfrutando del silencio
Vayas solo o en grupo debes saber que el silencio es fundamental para vivir la experiencia plena del Camino de Santiago. Son horas y horas al día que tienes para contemplar y caminar. Deja que el silencio se haga parte de tu vida, que te hable en lo profundo. Mucho ruido nos deja sordos: tantos llantos, gritos de júbilos, risas, lamentaciones, etc. El sonido es una parte del hombre que no es contraria al silencio. El sonido nos comunica con los demás, el silencio nos comunica con Dios y con nosotros mismos.Necesitamos profundizar mucho más en este gran misterio que conlleva el silencio. Y pasar de un silencio exterior (ausencia de ruidos) a un silencio interior (la paz del corazón que reposa en Dios). Este fruto te lo llevarás sí o sí cuando vayas al Camino de Santiago. Al inicio quizá te cueste, tal vez prefieras escuchar música, pero llegará un momento en que necesites desconectarte de las artificialidades para conectarte con lo más profundo que llevas dentro: tu interioridad y la presencia del Espíritu Santo en tu vida. Dios habla bajito, pero habla. Un corazón tranquilo, en paz, reposado en Dios, que da tiempo al silencio, puede encontrarse con Dios y escuchar su voz. Así que no tengas miedo al silencio, antes bien, déjalo que te abrace.
«Sepan que el Señor elige al que le es fiel. El Señor me escucha cuando lo invoco. Tiemblen y dejen de pecar, reflexionen en sus corazones, sobre sus lechos, en silencio» (Salmo 4, 4-5).
5. Compartir con otras personas
La experiencia del Camino de Santiago congrega a miles de personas año a año. Gente de todo el mundo llega a España para caminar rumbo a la ciudad del Apóstol. Cuando yo fui al Camino conocí gente de Austria, China, Corea del Sur, Japón, Alemania, Argentina, México, Italia y muchos otros países. Es un momento privilegiado para compartir con otras culturas y abrir tu visión de mundo a otras realidades. Muchos jóvenes jamás habían escuchado hablar de Jesús y cuando les conté sobre Él les pareció una verdadera novedad. El Camino nos invita a compartir el sufrimiento, los dolores, el cansancio, las ampollas, los mareos, el calor, la sed, etc. Y nos enseña que en esta vida la cruz se lleva de a dos, tal como lo hizo Jesús y el Cireneo que le ayudó. Así, también, en la vida tenemos nuestros cireneos que nos ayudan a cargar con el peso de nuestro pecado, de las dificultades, enfermedades y todo aquello que nos pesa. El Camino de Santiago es una experiencia personal pero que está llamada a ser comunitaria, es decir, se comienza por uno mismo y se termina con los demás. Estamos llamados a compartir con nuestros hermanos y a ayudarles con amor, el Camino es el lugar privilegiado para poner en acción a nuestro buen samaritano que llevamos dentro.
«Un samaritano que iba de viaje de llegó hasta él y, al verlo, se llenó de compasión. Se acercó y le vendó las heridas echando en ellas aceite y vino. Lo montó en su propia cabalgadura, lo condujo a la posada y él mismo lo cuidó» (Lucas 10, 33-34).
6. Reflexionar y encontrarte contigo mismo
“Pero, ¿de qué hablas?” podrás decir tú; hablo de encontrarse con uno mismo. ¿Qué significa esto? En mi vida me he encontrado con muchas personas aparentemente felices, que tienen una vida normal, trabajan, estudian, se compran sus cosas, etc. Pero que les falta algo: conocerse profundamente. Los griegos escribían afuera del Templo de Delfos este lema: “Conócete a ti mismo”. Para ellos, la sabiduría consistía en llevar esta frase a su culmen. El conocimiento de uno mismo parte de una reflexión personal. Puedes preguntarte: ¿cómo estoy llevando mi vida? ¿qué sentido le doy? ¿cómo me veo a mí mismo? ¿qué puedo estar haciendo mal?, etc. Si nos respondiéramos estas preguntas a menudo, podríamos comprendernos mucho más para luego comprender a los demás. Pero el problema es que ni nosotros mismos nos conocemos bien, no nos comprendemos. Quizá el Camino de Santiago te ayude a encontrarte contigo mismo, con tu interioridad, a navegar por las profundidades de tu corazón. No tengas miedo a abrirte, a mirar dentro de ti, a verte con amor, a valorarte por lo que eres. Uno de los mayores frutos del Camino es precisamente éste: encontrarte contigo mismo en profundidad.
«Lo que sale de la boca procede del corazón, y eso es lo que hace impuro al hombre. Porque del corazón proceden los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios… Éstas cosas son las que hacen al hombre impuro» (Mateo 15, 19-20).
7. Encontrarte profundamente con Dios
Podríamos decir que todo lo anterior son etapas previas, de menor a mayor grado, para recoger este fruto máximo: el Encuentro personal con Dios. Alejarte del ajetreo del mundo para luego desprenderte de lo innecesario y luego contemplar la Creación, después disfrutar del silencio, compartir con otros, encontrarte contigo mismo… y finalmente, como culmen de esta experiencia, encontrarte cara a cara con Dios. Es imposible regresar del camino sin haber tocado de alguna forma a Dios o haberte dejado tocar por Él. De una u otra manera Dios te llama a su encuentro en este viaje hacia Santiago de Compostela y te va preparando día a día para que lo puedas ver. Este encuentro es resultado de un proceso, de una relación que se va profundizando con los días. El silencio, el desprendimiento, el amor, la caridad con el necesitado, la pureza del corazón, el valorar las cosas pequeñas de la vida, todos éstos son ingredientes que le ayudan a Dios a preparar el encuentro profundo contigo. Pero debes tener en cuenta de que la iniciativa es de Él. Dios mismo te ha llamado a hacer esta experiencia porque quiere encontrarse contigo. ¿Por qué? Porque Dios sabe cuál es el mejor lugar para mostrarnos su rostro. A otros los ha llamado a Lourdes, a Fátima o a Roma para este encuentro, pero a ti te ha llamado al Camino. Si tienes la posibilidad de ir, ve; pero anda como peregrino, con lo necesario y el corazón bien dispuesto a que pase lo que tenga que pasar. Dios te busca y puede que ésta sea la oportunidad de encontrarte.
«Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo, y me venciste» (Jeremías 20, 7).
La experiencia del Camino es personal, hay tantas como peregrinos hay en este viaje. El Camino de Santiago de seguro te hará recoger muchos frutos, pero estos 7 que hemos tratado aquí serán los más grandes que puedes llevarte contigo. No tengas miedo a hacer esta experiencia, Dios da la fuerza aunque nosotros pensemos que no se puede. Si Dios lo quiere, tú podrás. Anímate a vivir esta experiencia y a dejarte encontrar por Dios.
¡Buen Camino!
Publicado originalmente en Catholic-Link.com el 20 de julio de 2018